Terminando su cigarrillo, Kostoff, con una mirada meditativa, mientras observaba la ventana de su apartamento, apenas oía el balbuceo emitido por su radio. Si hubiera prestado atención, se habría enterado del avistamiento de extrañas entidades en Villa Iris y Jacinto Arauz. Sin embargo, escuchar LU2 no era precisamente lo que más lo entusiasmaba. "Hay que obrar" pensó, y súbitamente se levantó para apagar la radio. Se vistió con rapidez, colocando el casco de motociclista en su brazo. La puerta se dejo cerrar discretamente. Ahora, el silencio del vacío apartamento sólo era perturbado por el goteo de una canilla en el lavabo.