junio 24, 2020

Comienzo del Advenimiento: Parte II

          La obscuridad era impenetrable en las profundidades de aquellas cámaras subterráneas y Ulloa sabia que la demencia era hija de la soledad. Los gritos desgarradores que se oían a lo lejos daban cuenta de que permanecer bajo tierra no tenia porvenir, los caníbales humanoides desnutridos por la soledad rondaban los pasillos en busca de su presa. ‘’Estoy solo’’ se dijo, ‘’Tengo que salir cuanto antes’’, y en medio de la fétida obscuridad cloacal trato de recordar cual era el camino a la salida. Tomo un pasillo, luego otro y otro, parecía girar en círculos pero sabia que no estaba lejos y la luz no tardo en llegar.
          Tardo un lapso a que sus ojos se acostumbren a la luz del día, ya que llevaba mucho tiempo viendo las paredes inhumanas de las cloacas, su piel se empezó a irritar y pensó lo peor, pero con el paso de las horas se dio cuenta que era por la falta de costumbre de luz solar. Camino sin rumbo, contemplando la devastación a su alrededor y sin poder ver ningún atisbo de vida, se pregunto si podría encontrar algún refugio ya que la noche se le venia encima. Paso delante de lo que paresia ser una fabrica abandonada y vio una silueta moverse. Observo que era una persona buscando entre repisas de algún viejo taller y se acerco con cautela para saber si su avistado era hostil. Parecía una persona normal y fue a su encuentro.
          –¿Hola? –dijo con cierta cautela. Su interlocutor se dio vuelta con atención.
          –Hola –asintió observando con sorpresa y preocupación a aquel personaje desgastado por el aislamiento mientras se limpiaba la grasa de las manos–. ¿Se encuentra bien?, parece herido
          –Estuve mucho tiempo bajo tierra. No se que decirle. –exclamo con dificultad y desorientación mientras examinaba a Kostoff y el lugar con cautela.
          –Entiendo exclamo Kostoff dándose cuenta de que aquel sujeto no tenia noción alguna de los acontecimientos de la superficie. Venga con migo, puedo ofrecerle un lugar de descanso. Aquí no es seguro.
          En aquel momento emprendieron el viaje hacías la casa de Kostoff que se encontraba lejos de aquel lugar, sin embargo, este andaba en su motocicleta y aprovecho el viaje para contarle lo que sabia.
          –Soy Kostoff, Ignacio. –se presento–. Usted…
          –Ulloa –dijo apresuradamente sin dejar a este terminar su frase. Hizo un silencio para dejar que su interlocutor continué–.
          –¿Cuanto tiempo estuvo en las profundidades?
          –No tengo noción del tiempo, quizás meses, quizás años –se quedo pensativo y al ver que Kostoff no decía nada, inmediatamente dijo–. Dígame, ¿cuales es el peligro al que nos enfrentamos? –se hizo un silencio y Kostoff respondió con seguridad–.
          –Mire, le voy a decir algo. Aquí nada es como lo era antes. Valla mirando bien a su alrededor. Los animales son hostiles, hay sobrevivientes que ya no responden como humanos y algunas zonas de la ciudad ya no tienen acceso.
          Ulloa sintió una leve desesperanza por sus palabras y quedo pensando que quizá nunca vuelva a ver a sus colegas, luego desorientado dijo.
          –¿Porque hace tanto frio? –Kostoff suspiro sin saber que responder y dijo con cierta improvisación–.
          –Prepárese, se viene una noche larga.
          Atestado de preguntas que exigen respuestas, Ulloa sabia que no las iba a encontrar en ese momento así que decidió esperar hasta que el tiempo devele sus misterios.